Ardiendo En El Espiritu

A nadie le puede quedar duda sobre el lugar que tiene en la Iglesia a la Renovación Carismática después del Congreso mundial de Movimientos Eclesiales celebrado del 27 al 29 de mayo de 1998. Dicho congreso fue promovido oficialmente por el Pontificio Consejo para los Laicos quien formalmente invitó a la Renovación Carismática Católica. Fue un representante de la renovación carismática quién presentó al Santo Padre en nombre de todos los movimientos, los votos de fidelidad a Su Santidad y a la Iglesia.

jueves, 22 de enero de 2009

MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS DE LA XII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS




Queridos Hermanos y Hermanas...
..."que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, gracia a vosotros y paz de
parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo" (1 Cor 1, 2-3).
Con el saludo del Apóstol Pablo -en este año dedicado a él- nosotros, los Padres Sinodales reunidos
en Roma para la XII Asamblea General del Sínodo de los Obispos con el Santo Padre Benedicto XVI,
les dirigimos un mensaje de amplia reflexión y propuesta sobre la Palabra de Dios que ha estado en
el centro de los trabajos de nuestra asamblea.
Es un mensaje que le encomendamos, ante todo, a sus pastores, a los tantos y tan generosos
catequistas y a todos aquellos que los guían en la escucha y en la lectura amorosa de la Biblia. A
ustedes en este momento deseamos delinearles el alma y la sustancia de ese texto para que crezca y
se profundice el conocimiento y el amor por la Palabra de Dios.
Cuatro son los puntos cardinales del horizonte que deseamos invitarlos a conocer y que expresaremos
a través de otras tantas imágenes.


LA VOZ DE LA PALABRA
Tenemos ante todo la Voz divina. Ella resuena en los orígenes de la creación, quebrando el silencio
de la nada y dando origen a las maravillas del universo. Es una Voz que penetra luego en la historia,
herida por el pecado humano y atormentada por el dolor y la muerte. Ella ve también al Señor en
marcha junto con la humanidad para ofrecer su gracia, su alianza, su salvación. Es una Voz que
desciende luego en las páginas de las Sagradas Escrituras que ahora nosotros leemos en la Iglesia
bajo la guía del Espíritu Santo que le fue donado a ella y a sus pastores como luz de la verdad.


EL ROSTRO DE LA PALABRA
Además, como escribe San Juan, "la Palabra se hizo carne" (1, 14). Y aquí entonces aparece el
Rostro. Es Jesucristo, que es Hijo del Dios eterno e infinito, pero también hombre mortal, ligado a
una época histórica, a un pueblo y a una tierra. Él vive la existencia fatigosa de la humanidad hasta la
muerte, pero resurge glorioso y vive para siempre. Él es quien hace que sea perfecto nuestro
encuentro con la Palabra de Dios. Él es quien nos devela el "sentido pleno" y unitario de las Sagradas
Escrituras por las que el Cristianismo es una religión que tiene en el centro una persona, Jesucristo,
revelador del Padre. Él es quien nos hace entender que también las Escrituras son "carne", es decir,
palabras humanas que hay que comprender y estudiar en su modo de expresarse, pero que custodian
en su interior la luz de la verdad divina que sólo con el Espíritu Santo podemos vivir y contemplar.


LA CASA DE LA PALABRA
Es el mismo Espíritu de Dios que nos conduce al tercer punto cardinal de nuestro itinerario, la Casa
de la palabra divina, es decir, la Iglesia que, como nos sugiere San Lucas (Hch 2, 42) está sostenida
por cuatro columnas ideales.
(1) Tenemos "la enseñanza", es decir, el leer y el comprender la Biblia en el anuncio dirigido a todos,
en la catequesis, en la homilía, a través de una proclamación que implique la mente y el corazón.
(2) Tenemos luego "la fracción del pan", es decir, la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la
misión de la Iglesia. Como aconteció aquel día en Emaús, los fieles son invitados a nutrirse en la
liturgia en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo.
(3) Una tercera columna está constituida por las "oraciones" con "himnos y cánticos inspirados" (Col
3, 16). Es la Liturgia de las Horas, oración de la Iglesia destinada a ritmar los días y los tiempos del
año cristiano. Tenemos también la Lectio divina, la lectura orante de las Sagradas Escrituras, capaz
de conducir, por la meditación, la oración, la contemplación, al encuentro con Cristo, palabra de Dios
viviente.
(4) Y, por último, la "comunión fraterna" porque para ser verdaderos cristianos no basta con ser
"aquellos que oyen la Palabra de Dios" sino los que "la ponen en práctica" en el amor operante (Lc 8,
21). En la casa de la palabra de Dios encontramos también a los hermanos y hermanas de las otras
Iglesias y comunidades cristianas que, aún en las separaciones, viven una real unidad, si bien no
plena, a través de la veneración y el amor por la Palabra divina.
EL CAMINO DE LA PALABRA
Llegamos así a la última imagen del mapa espiritual. Es el camino sobre la que se encauza la palabra
de Dios: "Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes...y enseñándoles a guardar todo lo que
yo les he mandado" ... "lo que escuchan al oído, proclámenlo desde los terrados" (Mt 28, 19-20; 10,
27). La Palabra de Dios debe correr por los caminos del mundo que hoy son también los de la
comunicación informática, televisiva y virtual. La Biblia debe entrar en las familias para que padres e
hijos la lean, con ella recen y sea para ellos una antorcha para sus pasos en el camino de la
existencia (cf. Sal 119, 105).
Las Sagradas Escrituras deben entrar también en las escuelas y en los ámbitos culturales porque,
durante siglos, fue el punto de referencia capital del arte, de la literatura, de la música, del
pensamiento y de la misma ética común. Su riqueza simbólica, poética y narrativa hace de ellas un
estandarte de belleza sea para la fe que para la misma cultura, en un mundo con frecuencia marcado
por la fealdad y por la indignidad.
La Biblia, sin embargo, nos presenta también el soplo de dolor que sale de la tierra, va al encuentro
del grito de los oprimidos y del lamento de los infelices. Ella tiene en el vértice la cruz donde Cristo,
solo y abandonado, vive la tragedia del sufrimiento más atroz y de la muerte. Precisamente por esta
presencia del Hijo de Dios, la oscuridad del mal y de la muerte está irradiada por la luz pascual y por
la esperanza de la gloria.
Pero sobre los caminos del mundo marchan con nosotros también los hermanos y hermanas de las
otras Iglesias y comunidades cristianas que, aún en las separaciones, viven una real unidad aunque
no sea plena, a través de la veneración y el amor por la Palabra de Dios. A lo largo de los caminos del
mundo encontramos con frecuencia hombres y mujeres de otras religiones que escuchan y practican
fielmente los dictados de sus libros sagrados y que con nosotros pueden edificar un mundo de paz y
de luz porque Dios quiere que "todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la
verdad" (1 Tim 2, 4).
Queridos hermanos y hermanas, custodien la Biblia en sus casas, lean, profundicen y comprendan
plenamente sus páginas, transfórmenla en oración y testimonio de vida, escúchenla con amor y fe en
la liturgia. Creen el silencio para escuchar con eficacia la Palabra del Señor y conserven el silencio
después de la escucha, porque ella continuará habitando, viviendo y hablándoles a ustedes. Hagan
que resuene al comienzo de su día para que Dios tenga la primera palabra y déjenla resonar en
ustedes por la noche para que la última palabra sea la de Dios.
"Los encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia" (Hch 20, 32). Con la misma expresión que San
Pablo en su discurso de despedida a los jefes de la Iglesia de Éfeso, también nosotros, los Padres
Sinodales, confiamos los fieles de las comunidades esparcidas sobre la faz de la tierra a la palabra
divina que es también juicio pero sobre todo gracia, que es cortante como una espada pero que es
dulce como el panal de miel. Ella es potente y gloriosa y nos guía por los caminos de la historia con la
mano de Jesús a quien ustedes, así como nosotros, "aman con amor incorruptible" (Ef 6, 24).


PARTICIPANTES EN EL SÍNODO
SOBRE LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA Y LA MISIÓN DE LA IGLESIA
Vaticano, 5 al 26 de Octubre de 2008

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